Los años sesenta-setenta fueron escenario de la eclosión de la canción, que muchos después llamaron “canción de autor”. Todas las canciones tienen autor, así que esa denominación resulta ser un pleonasmo, pero es el término que trascendió. A rebufo de los grandes chanssoniers franceses (una buena traducción de ese término, chanssoniers, hubiese sido el acertado para denominar el género) surgieron en España voces armadas de guitarra, que por sí solas se plantaban ante el público para decir poéticamente palabras que levantaban ampollas en el régimen vetusto del franquismo: Paco Ibáñez abrió la veda sobre la poesía que había maniatado la dictadura y alargó su ronca voz hasta el siglo de Oro español y más allá; desde Catalunya llegaban los temas de Joan Manuel Serrat (que recuperó las voces de dos poetas maniatados durante la dictadura, como Machado y Hernández) y Els Setze Jutges, y las inolvidables de Raimon… En Asturias comenzaba a destacar un joven Víctor Manuel y en el Sur se revisaba la tradición andalucista con Carlos Cano y el Manifiesto Canción del Sur.
Pero tres ramas de influencia daban sombra a España desde un mismo tronco: la norteamericana prohijada por Dylan y la franco-belga, por un lado y la influencia de América Latina, que con el payador Yupanqui a la cabeza, habían actualizado la tradición americana. En estas dos últimas líneas se enmarca el primer disco de Pedro Soriano: Brassens, Cortez, Atahualpa, y sobre todo Brel, resuenan como eco en sus temas. Son temas donde se plasman las posturas del anarquismo que seguirán junto al autor durante toda su obra: desde títulos palmarios como “El anarquista”, hasta reflexiones sociales, como la propia “Reflexiones”, “Monólogos” o la premonitoria “¿Qué le parece a usted?”, que puede entroncarse con Bendetti o el propio Joan Manuel Serrat en una búsqueda de responsabilidad en el interior de nosotros mismos.
Pero tres ramas de influencia daban sombra a España desde un mismo tronco: la norteamericana prohijada por Dylan y la franco-belga, por un lado y la influencia de América Latina, que con el payador Yupanqui a la cabeza, habían actualizado la tradición americana. En estas dos últimas líneas se enmarca el primer disco de Pedro Soriano: Brassens, Cortez, Atahualpa, y sobre todo Brel, resuenan como eco en sus temas. Son temas donde se plasman las posturas del anarquismo que seguirán junto al autor durante toda su obra: desde títulos palmarios como “El anarquista”, hasta reflexiones sociales, como la propia “Reflexiones”, “Monólogos” o la premonitoria “¿Qué le parece a usted?”, que puede entroncarse con Bendetti o el propio Joan Manuel Serrat en una búsqueda de responsabilidad en el interior de nosotros mismos.
La memoria te trajo y te busqué. Te encontré aquí, aunque no está activo el blog desde 2009. No sé si me recuerdas, corría el año 1985, yo cantaba en tu Arcadia, en la primera y en la del Albaicín. Siempre iba con Teresa. Recuerdos muy entrañables. Espero que estés bien. Un abrazo enorme.
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